miércoles, 1 de abril de 2015

Capítulo 1

Era una mañana fría, grisácea y lluviosa en el cementerio de ''Las tres rosas'',  se encontraba la familia Pérez mientras daban el ultimo adiós a una madre que había dado todo por sus hijos.
Carlota, desconsolada, no podía dejar de llorar, y entre lagrimas se acercó a ella, juntó sus temblorosos labios con la fría piel de su madre fallecida, a la vez que sentía como un escalofrío
recorría todo su cuerpo, cerró los ojos, se acercó a su oído y con la voz temblorosa dijo -Mamá te amo- dando paso al fin de un triste día.
Este había sido el fin de la enfermedad de su madre, que tras un tiempo de lucha, finalmente consiguió vencerla, y ahora tocaba volver a la cruda realidad, enfrentarse a la vida sola junto a sus tres hermanos, y sin un padre que los protegiera.

Tras la vuelta a casa después del funeral, Carlota decidió subir a su cuarto, el que se encontraba en la parte superior de la casa, donde las golondrinas alrededor del ventanal se posaban y con su canto la hacían despertar mañana tras mañana.
Dejó sus gafas empañadas por las lagrimas sobre la mesilla de la lamparita, y se tumbó en la cama sin apenas pensarlo ni un segundo.
Esto no era algo inusual en ella, siempre que se encontraba en una situación que parecía superar todas sus posibilidades, entraba en su cuarto, cerraba la puerta poniendo una silla para que nadie pudiera entrar y se tumbaba en su cama dejando pasar horas y  horas hasta que se volvía a ver capaz de afrontar la vida con fuerza y con la madurez poco normal en una niña de 15 años
que tuvo que adquirir por los palos a los que se vio sometida en su corta pero difícil vida.

-Notó como la abrazaban
-Carlota, ¿Qué vamos a hacer ahora?
-No lo se Alex
-Le dijo a su hermano
-Tendremos que trabajar
-Pero...Carlota, tu tan solo tienes 15 años, ¡No puedes trabajar! Venga, vamos abajo, estando todos juntos será mas llevadero
-Alex, déjame, solo quiero dormir
-Carlota, llevas 3 días en tu cuarto, sin ducharte, sin levantarte de la cama, a penas comes...ya va siendo hora de que vuelvas  a la vida real ¿No crees? Estar así no va a hacer que mamá vuelva
-Carlota empezó a llorar desconsoladamente, no podía creer lo que su hermano le había dicho, pero en el fondo sabía que tenía toda la razón.
-Valentina ha llamado, dice que quiere verte y ayudarte a pasar este bache.
-No, no quiero ver a nadie.
-Es Valentina Carlota
-Bueno...Pues tienes que comer algo, Juan está enfadado, Mateo ni si quiera habla y tu...tu tan solo duermes, no creo que a mamá le gustara ver este desorden entre nosotros.
Así que por favor, baja y yo te haré algo para cenar.
-Carlota arqueó una ceja, lo miró por primera vez a los ojos después de tres días y sintió la tristeza invadiendo a su hermano. Ella sabía que él era especial, que tenía un gran secreto que escondía por miedo al rechazo, y que tarde o temprano tendría que ayudarle a enfrentarse a la vida.
-Carlota sonrió y dijo.
-¿Alex, se puede saber como me vas a hacer de cenar si no has cogido una sarten en tu vida?
-Los dos comenzaron a reír sin poder parar y se abrazaron sintiendo el amor que tenían el uno por el otro como hermanos que eran.
Entonces Mateo, el hermano mediano de los tres chicos, dijo.
-¡Alex!,¡Carlota! ¡Como suba yo os voy a bajar como un saco de patatas a las espaldas!
-Estos se escondieron en el armario como dos niños pequeños jugando al escondite mientras aguantaban la respiración para no reírse mas y dijeron.
-Si, Mateo sube, sube...
-Subieron Mateo y Juan, el mayor.
-Venga idiotas, salir ya y dejaros las tonterías.
-Juan, métete en el papel, juega y pon de tu parte, que Carlota solo es una niña que lo está pasando muy mal.
-Le dijo Mateo a Juan al oído.
-Venga, va, Carlota, te he visto debajo de la cama.
-Juan, si ni si quiera te has movido, ¿Cómo la vas a ver?
-Mateo, Mateo, en tu cara me tiro un peo'.
-Dijo Alex haciendo que Carlota no pudiera aguantar mas y se tronchara a carcajadas.
Entonces los encontraron y bajaron al salón grande a cenar todos juntos después de unos días sin ni si quiera poder verse.
Pasaron toda la noche riendo sin parar y contándose sus cosas, aunque Juan solo los miraba y asentía, él quería dar una apariencia
de tipo duro, pero en realidad todos sabían que se moría de ganas de reír y abrazarlos. Los tres mas pequeños, cuchicheando se
dijeron.
-A la de tres, nos tiramos encima y lo abrazamos.
-Venga.
-Vale, pues una, dos y...TRES!

No hay comentarios:

Publicar un comentario