viernes, 10 de abril de 2015

Capítulo 2

 Era Mayo, ya se empezaban a sentir los primeros rayos de sol en Villanueva, era un pueblo pequeño, aunque a la vez, lo suficientemente grande como para abastecer a su población con sus pequeñas tiendas de los propios vecinos que ahí  residían.
Carlota todavía era una niña, iba a tercero de secundaria, y debido al duro año en el que tenía, el deber de acompañar a su madre Paola al hospital, a darse los angustiosos tratamientos y a su tremenda preocupación constante, se veía incapaz de poder sacar las buenas notas que siempre había sacado, por lo que sabía con  certeza que tendría que repetir ese curso.
Carlota era una niña alegre, divertida, siempre con una mueca de sonrisa, que se le escapaba como una flor al  llegar la primavera, que no puede evitar florecer.
Sabía que no podía dar disgusto alguno en casa, pues ya con la situación en la que se encontraba Paola, todos estaban como si alguna energía negativa les absorbiera y les quitara la vida, por esta razón Carlota era una niña muy responsable, preocupada constantemente por la gente cercana que le rodeaba y sin ningún otro pensamiento que fuera mas allá deayudar a su familia en esos momentos.

Paola, debido a su avanzada edad y teniendo en cuenta que hace unos años los pensamientos no eran los mismos que los actuales, solo había aprendido que la mujer debe ser ''solamente mujer'' y dedicarse a las labores de casa, lo que conllevaba levantarse día tras día a las cinco de la mañana para planchar, limpiar cocinar,hacer el ''merecido'' almuerzo a su apuesto marido,  cuidar de los niños,que en ningún momento les faltara de nada...
Su vida era una rutina, tras llevar al cole a los niños tenía que ir corriendo a casa para tener todo preparado a su vuelta, y después llevarlos a las actividades extra-escolares que organizaba el centro de estudio para fomentar las relaciones entre los alumnos.
Todo debía estar perfecto para cuando llegara el hombre de la casa, que tras echar 8 horas de trabajo, se ponía el pijama,  encendía la televisión e iba directo a tumbarse en el salón.
Al fin y al cabo, no merecía menos, pues era el machito,el que llevaba el pan a casa ¿No?
-¿Pero cuantas horas echamos las madres y sin remuneración alguna?
-Decía Paola entre enfados silenciosos.
Cuando los niños llegaban del cole a casa dejaban todo patas arriba como si de un huracan se tratase, y con el ceño fruncido le decía a Carlota:
-Espero que nunca seas una mujer florero como yo, jamás dependas de nadie, se una mujer de verdad y valorate a ti misma siempre.
-Carlota no entendía nada de lo que su madre le quería decir con eso, y como la veía muy cabreada pensaba que era algo malo y se iba a su cuarto enfadada sin entender que había hecho.
-Recuerdo que cuando mamá se veía enfadada siempre se ponía cerca de mi cuarto y cantaba.
                           
                             <<Zapatillas de cuadros preparadas,
                               todo limpio y muy bien hecha la cama.
                               De mayor quiero ser tu florero,
                               sentadita en casita yo te espero,
                               te hablaré sin parar de mi día casero,
                               no me miras...no me escuchas...
                               ¡Ayy! ¡Cuanto te quiero!>>

De tantas veces que la había cantado yo ya la sabía con cada pausa, cada coma, cada punto...No sabía que quería decir esa canción pero ya era costumbre que cada vez que comenzaba a cantar, yo salía del cuarto y la cantábamos al unísono a la vez que mi madre sonreía y el enfado le iba disminuyendo.
-Cuando Paola llegaba a la cama estaba agotada, claro que entonces debía cumplir como esposa obediente.
Ella amaba a su marido, él era el único con el que había compartido todo siempre, nunca había tenido relación con otro hombre mas allá de un frío saludo, pero en la cama ya era todo mecánico como en un servicio militar, todos los movimientos eran por pura inercia y estaba tan acostumbrada que ya le salían solos como si de una coreografía se tratase.
Paola y Juan siempre habían sido unos locos enamorados, todo lo habían descubierto juntos, la primera cita, el primer beso, el primer orgasmo...
Eran tal para cual, se querían a su manera, no conocían otra forma de amar,¿o sí?

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